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La industria europea del aluminio frente a un nuevo orden comercial

    4 de julio de 2025. La industria europea del aluminio se encuentra en un momento crítico, enfrentando desafíos sin precedentes debido a la combinación de altos costes energéticos, regulaciones estrictas y una competencia cada vez más intensa a nivel global. Mientras Europa experimenta una reducción constante en su producción primaria de aluminio, que desde 2010 ha caído en un 25,5%, países como Rusia, China, Malasia, Vietnam, Tailandia, Turquía e India fortalecen sus posiciones comerciales y productivas gracias a ventajas estratégicas y económicas significativas.

    Turquía se ha convertido en un eje clave en este nuevo equilibrio comercial. Su estrategia de importar aluminio primario desde Rusia y Flat Rolled Products (bobinas) desde China a precios bajos, le permite ofrecer productos muy competitivos en el mercado europeo. Esta ventaja deriva, principalmente, de factores como los subsidios energéticos, ayudas a la exportación y menores restricciones ambientales de sus socios comerciales. Así, Turquía desplaza a productores europeos históricos al ofrecer precios considerablemente más atractivos.

    Dependencia europea

    Este panorama adverso para la industria europea se refleja claramente en la balanza comercial del sector. Según datos de la EUROSTAT, Europa importó 6,5 millones de toneladas de materia prima de aluminio en 2024, mientras que sus exportaciones fueron apenas 1,62 millones. A pesar de una leve reducción en las importaciones en 2023, la dependencia europea de materias primas importadas sigue siendo elevada, limitando seriamente las perspectivas de crecimiento local.

    Fuente: Elaboración Propia de Datos de la EUROSTAT.

    Desigualdad de condiciones

    La desigualdad de condiciones regulatorias y operativas entre Europa y sus competidores internacionales agrava esta situación. Europa enfrenta exigencias ambientales muy estrictas, como el nuevo Mecanismo de Ajuste de Carbono en Frontera (CBAM), altos costes energéticos y escasos subsidios gubernamentales directos. En contraste, China, Turquía e India disfrutan de subsidios energéticos y menos restricciones ambientales, beneficiándose así de costes operativos considerablemente menores.

    El CBAM, previsto para entrar en vigor en 2026, es un mecanismo diseñado para gravar las importaciones según el contenido de carbono en productos provenientes de países con menores exigencias ambientales. Sin embargo, al considerar únicamente las emisiones directas —aquellas generadas específicamente durante el proceso industrial— y no las indirectas, como las provenientes del consumo eléctrico intensivo, del transporte internacional, de la extracción y procesamiento de materias primas como la bauxita, y de la producción de insumos auxiliares como los ánodos entre otros, se omite una parte sustancial (aproximadamente el 80%) del impacto ambiental real en la producción de aluminio.  Esta limitación abre la puerta a que países que actúan como países de tránsito comercial se beneficien, importando materiales con una alta huella de carbono y reexportándolos a Europa sin que estas emisiones sean adecuadamente contabilizadas.

    Suministro de chatarra de aluminio

    Otra problemática que añade presión sobre la industria europea es la menor disponibilidad de chatarra de aluminio, que se ha consolidado como un recurso estratégico, y que es clave para reducir la dependencia del aluminio primario importado y favorecer un modelo productivo más sostenible. Sin embargo, la creciente fuga de este recurso hacia terceros países está poniendo en riesgo la seguridad de suministro del sector y socavando su descarbonización, ya que el reciclaje de chatarra es mucho más ecológico que la utilización de aluminio primario. Esta fuga se dirige principalmente a países como China, India, Malasia, Vietnam o Tailandia, donde no solo se ofrecen precios más altos a los exportadores europeos —impulsados por subsidios estatales y menores exigencias ambientales y laborales—, sino que además mantienen políticas de restricciones a la exportación de su propia chatarra, mediante prohibiciones o aranceles. De este modo, aseguran su suministro interno mientras se benefician de la falta de límites en la exportación desde Europa.

    Balanza comercial en España

    Particularmente en España, la balanza comercial positiva en chatarra se ha deteriorado considerablemente, cayendo más de un 50% en los últimos cuatro años, situación que podría incrementar los costes operativos y la huella de carbono de empresas como Aludium y Grupo Baux al verse obligadas a importar materia prima de otros mercados aumentando de facto su impacto medioambiental con envíos innecesarios. Es importante reconocer que las empresas europeas, también participan activamente en este comercio global, exportando gran parte de su producción e importando chatarra desde otros mercados, debido a mejores precios y garantía de suministro.

    La respuesta de Europa

    En respuesta a estos desafíos, la Comisión Europea en marzo 2025, ha presentado recientemente un Plan de Acción específico para el sector del acero y los metales , destinado a mantener y ampliar las capacidades industriales europeas. Entre las principales acciones se incluye garantizar un suministro de energía asequible, prevenir la fuga de carbono mediante el fortalecimiento del CBAM, promover la economía circular y proteger empleos industriales de calidad. Este plan pretende reforzar la competitividad europea frente a la competencia mundial desleal y apoyar la transición hacia procesos productivos más limpios y sostenibles.

    Además, es imprescindible enfatizar que mantener empleos industriales de calidad en Europa no responde solo a una lógica económica de balance comercial, sino también a la defensa de un modelo social y un estilo de vida únicos. El coste laboral en Europa es considerablemente más alto que en países como China o Turquía, reflejando valores fundamentales como la equidad social, la protección de derechos laborales, la seguridad en el trabajo y la sostenibilidad ambiental.

    Nuestro compromiso

    Empresas como Aludium y Grupo Baux, que juntas suman más de 1.000 trabajadores, son ejemplos claros de este compromiso europeo con el empleo industrial de calidad. Por ello, abordar la diferencia económica mediante mecanismos defensivos sólidos, como políticas arancelarias bien diseñadas, es vital para proteger tanto nuestra competitividad global como los valores que sustentan nuestro modelo social.

    El aluminio es fundamental para sectores estratégicos como el transporte, la construcción, las energías renovables y la defensa, lo que convierte su producción y reciclaje en una cuestión de soberanía industrial para Europa. En un contexto donde otras potencias reconfiguran sus alianzas estratégicas y fortalecen su autonomía industrial, Europa debe actuar con visión y determinación.

    Implementación de políticas efectivas

    En definitiva, para que la industria europea del aluminio pueda enfrentar con éxito estos retos, es crucial que las empresas y autoridades trabajen conjuntamente para implementar políticas efectivas que equilibren la competencia global y aseguren un futuro sostenible y competitivo.

    Desde Aludium y Grupo Baux apoyamos firmemente estas iniciativas europeas destinadas a proteger y fortalecer nuestra industria local. Creemos que la defensa moderada y estratégica del mercado europeo, mediante políticas adecuadas, es esencial para fomentar la innovación, reducir el impacto ambiental y asegurar empleos de calidad en nuestra industria, manteniendo nuestra competitividad global y garantizando un crecimiento sostenible. No se trata de cerrar las puertas al comercio internacional, sino de asegurar condiciones equitativas que nos permitan competir en igualdad de oportunidades.

    Liderazgo industrial europeo

    Europa no debería limitarse a ser proveedor de materia prima económica, como es el caso de la chatarra, hacia países como China, Turquía o Estados Unidos, que posteriormente regresan al mercado europeo transformados en productos con mayor valor añadido. Este enfoque es contrario al modelo industrial y sostenible al que históricamente ha aspirado Europa. Revisar y ajustar las reglas actuales podría redirigir al sector hacia una posición más sólida, innovadora y competitiva globalmente.

    El aluminio no es el único sector que ha sufrido dramáticamente en las dos últimas décadas. La industria manufacturera es la columna vertebral de un país que ofrece buenos empleos, estabilidad y autonomía. Aunque la deslocalización de la fabricación en Europa es un reto, ya que muchos inversores prefieren países más baratos y menos regulados, esto no significa que debamos sacrificar lo que queda de la capacidad de producción europea. Las importaciones deben complementar la producción nacional, no sustituirla. Animamos encarecidamente a los líderes europeos a que actúen con rapidez para definir unas reglas de juego equitativas que permitan a la producción nacional continuar con su largo compromiso con la economía europea.

    Creemos en una industria que no solo resiste, sino que lidera; en una Europa que no teme competir, sino que exige condiciones equitativas para hacerlo.


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